Elena “I perra-Aguirre”,
digo, Iparraguirre, malnacida terruca
y hembra de la misma especie que el genocida hijo de mala madre Abimael Guzmán, garabateó desde su
jaula en el penal de Mujeres de Chorrillos, donde se encuentra cumpliendo
condena, pues no la aceptaron en el Parque
de Las Leyendas, ya que allí sólo aceptan animales y no porquerías, una
misiva diciendo ¡¡¡QUE EXIGÍA EL MISMO TRATO QUE RECIBEN LAS FUERZAS ARMADAS
REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA (FARC), QUE YA DIALOGAN CON EL GOBIERNO DE JUAN
MANUEL SANTOS!!!
En la misiva, la asquerosidad en mención, también
criticó el polémico proyecto de ley del Ejecutivo sobre el negacionismo, que
sanciona con prisión a quienes no reconozcan las acciones violentas del
terrorismo.
"Mientras
conversan en los Estados Unidos y también en Colombia (con las FARC), aquí
nunca quisieron hacerlo, ni antes, ni después de los tiempos armados, más bien
dan leyes como el negacionismo persecutorio", sostuvo la genocida
terruca.
I perra-Aguirre, ratificó lo declarado a la revista
"The Economist", donde admite
que no ha cambiado sus puntos de vista que provocaron un baño de sangre
durante dos décadas en el país, y que sigue siendo “una comunista dogmática”.
Según el ex presidente de la Sala Nacional para
casos de Terrorismo, Marcos Ibazeta,
esta porquería de imitación de mujer, (con el perdón de todas las damas), ha
logrado enviar un mensaje a sus huestes al reafirmar que no renuncia a su
ideología.
"Ella
es el paradigma de la ideología, fue el nexo con grupos operativos. Les dice,
'lo que tienen en la cabeza no lo saquen'", afirmó Ibazeta.
Por su parte
la revista "The Economist", señaló que los peruanos debemos
permanecer vigilantes y se pregunta “¿LA
PESADILLA TERRORISTA PUEDE VOLVER A PERÚ?”.
Es decir, la porquería en mención, se da el lujo de declarar a la prensa internacional, mediante
papeluchos, evadiendo, o comprando, a todos los filtros de seguridad que
supuestamente tiene el penal y ¡¡AQUÍ NO PASÓ NADA!!
Yo, si fuera el jefe del INPE, la metería castigada en un
pozo tan profundo en el que ni el mismísimo diablo quisiera estar.
Pero bueno, como yo sólo soy un loco calato que escribe
cojudeces desde un manicomio local, mejor no me hagan caso.
Aquí les dejo el papelucho garabateado con sus propias
patas y garabatos al diario “The Economist” (pulsen sobre las imágenes para
verlas en tamaño legible).