miércoles, agosto 10, 2011

EL CUENTO DE LOS DELINCUENTES "DE POCA MONTA".


En el Perú, gracias a las incongruencias de la ley, el común de los mortales nos encontramos sumidos en el más grande abuso por parte de esos "angelitos" mal  llamados delincuentes comunes, pues para la gran mayoría de nosotros, obtener el sustento diario es toda una odisea ya que ganarse el pan honradamente parece estar siendo castigado por la ley, mientras que los  delincuentes gozan de increíbles facilidades para ejercer su “labor”.

Algunas leyes en el Perú parecen haber sido hechas para proteger a aquellos mal nacidos sin que las victimas puedan tener un amparo eficaz.
Este problema se viene arrastrando desde muchísimos gobiernos atrás y los delincuentes, que de hecho conocen la ley mejor que el común de los ciudadanos, se aprovechan de las incongruencias legales para perpetrar sus fechorías.

Cada vez que elegimos un gobierno, se supone que los congresistas son los que deberían promulgar leyes que protejan los derechos ciudadanos, pero pareciera que los llamados Padres de la Patria (alias otorongos), actúan en contra de  los derechos de sus mas desprotegidos hijos, con el fin de rebajar  las penas de los delincuentes.

El cuento de la menor cuantía.

Un forajido, nos puede robar hasta por un monto aproximado de 4 sueldos mínimos y si la policía lo captura, lo tiene que poner en manos de la fiscalía, donde luego de pocas horas lo devuelven a las calles por considerarlo delincuente de poca monta, todo esto debido a que tanto los fiscales como la policía se encuentran maniatados, pues solo están cumpliendo con lo que dicta la ley, mientras que la víctima, para ganar ese mismo dinero ha tenido que trabajar honradamente por meses.

Parece ser que gracias a estas paradojas, el delincuente entra y sale de la fiscalía en repetidas oportunidades, y es ahí donde aprende como burlar la ley y actúa de manera calculada para no ser encarcelado.

Lo mismo ocurre con los seudo consumidores de drogas, pues las leyes también contemplan un trato especial para los que en la mayoría de los casos son comercializadores, ya que pueden tener una cantidad de droga increíblemente exagerada supuestamente para su consumo  (ya quisiera ver como quedaría uno de estos pastrulos si se consumiera en un día la cantidad de droga que se le encuentra al momento de ser capturado en las calles), muchas veces estos sujetos son conocidos por los vecinos de su barrio como comercializadores de drogas y los denuncian, por los robos y líos que ocasionan, pero la policía también se encuentra maniatada en estos casos, pues lo único que puede hacer es atraparlos, pasarlos a la fiscalía y luego, como ya es sabido los sueltan y para colmo regresan a amenazar al barrio por soplones, y siguen en las mismas.

Según las estadísticas, en nuestro país, los hurtos, entre dinero y objetos de uso personal suman el 91.6%, de los cuales las victimas apenas en el 6.9% de los casos recuperaron lo robado y todo esto por que solo el 8.9% de los afectados denuncian el robo ante las autoridades.

Si bien se han dictado leyes que pueden ser exageradamente represivas para muchos otros delitos, creo que en estos casos específicos la ley debería ser mas dura.
¿Adónde están los derechos humanos de los que no somos ladrones, o comercializadores de drogas, etc.?.

Para los congresistas, por muchos años, debió ser muy cómodo andar por las calles protegidos tanto ellos como sus familias por  una seguridad que es, además, pagada por nosotros para que puedan trabajar tranquila y despreocupadamente elaborando leyes que nos protejan de todo abuso, hasta que por desgracia unos hijos de P... atacaron cobardemente a la familia del congresista Renzo Reggiardo, hiriendo a su pequeña hija Arianna, quien felizmente ya se encuentra fuera de peligro.
Este hecho ha demostrado que a estos mal nacidos ya no les importa con quien se meten ni le temen a nada ni a nadie.

Para el ciudadano común esta situación se ha tornado más que insoportable y lo peor de todo es que al ver que las cosas no se arreglan, y aparentemente estamos desamparados, hemos llegado a entrar en una especie de trance en el cual nos sentimos resignados con nuestra suerte. 

Por otro lado, si poseemos un arma de fuego y nos encontramos ante la imperiosa necesidad de defendernos contra unos hampones que nos están agrediendo con armas punzo cortantes, golpeantes, machucantes, y todos los "...antes" que se les pueda ocurrir, la ley le da la ventaja al delincuente, pues se supone que para ejercer la legitima defensa debe haber igualdad de condiciones, es decir, uno no puede defenderse con un arma de fuego en contra de unos avezados delincuentes que están dispuestos a matarnos con un cuchillo o a fierrazos, y si ante el inminente hecho de peligrar nuestra vida, hacemos uso del arma y herimos a uno de ellos teniendo la suerte de que los otros huyan y no nos quiten el arma para darnos muerte con ella, el delincuente herido nos puede denunciar y tendría todas las de ganar pues si arguye maliciosamente que nos acuchilló para defenderse, pues nosotros fuimos los agresores, seguro que ahí si habría un encarcelado, y seriamos nosotros y para colmo tendríamos que indemnizar al angelito.

Irónicamente cuando los delincuentes que se encuentran en los diferentes penales del país cumpliendo su condena, sienten que sus derechos son atropellados, se amotinan y ponen en dificultades a las autoridades correspondientes y ahí sí llega el Ministro de Justicia a prometerles y darles beneficios muchas veces no merecidos.

No debemos esperar a que los ciudadanos honrados, cansados de sentirse sin apoyo legal tomen actitudes extremas.
No quiero sonar fatalista, pero ya en nuestro país se han dado casos donde los ciudadanos al ver que los delincuentes hacen lo que quieren y que la ley no les da castigo, han actuado al mejor estilo de Fuente Ovejuna linchando a estos delincuentes de poca monta.

Creo que ahora, gracias al momento político que estamos atravesando, es decir, con nuevo Presidente , Congresistas, Ministro de Justicia entre otras autoridades, y ya que estamos empezando una nueva etapa, es el momento más indicado para que los antes mencionados  se dediquen a revisar las leyes para  tratar de darnos una vida más justa en donde el ciudadano común no se sienta en el desamparo legal.